Durante una reunión con otros reyes y mandatarios, Luís XV quiso impresionar a sus invitados con una buena cena y también con un postre muy especial y diferente. Encargó a su cocinero una buena cena basándose en piezas de cacería, y después a su repostero (según cuenta la historia era español) que realizara un postre especial y diferente.

Dentro del reto y las pocas posibilidades existentes en aquella época, el repostero se dispuso a realizar una gran rosca con pasta de brioche, la cual adornó con diferentes frutas y en su interior introdujo una moneda de oro.

El símbolo de prosperidad que interpretaron todos los comensales al encontrar en su interior tan inesperada sorpresa, produjo el que todos se deshicieran en elogios hacia su autor.

Al llamar al repostero y por sorpresa preguntarle el nombre de dicho postre, el repostero con gran reflejo contestó "Roscón de Reyes", y desde entonces en todas las reuniones de altos mandatarios de doquier no podía faltar el típico "roscón", el cual se hizo popular el 5 de enero por ser la primera vez que se realizó.